En este camino y progreso del peregrino, somos una pareja que ha recibido el llamado de Dios para dejarlo todo y seguir al Cordero por donde quiera que va.
Somos Leandro y Pamela, docentes de profesión y de alma, dando clases y haciendo escuela en este mundo necesitado del amor de Dios.
Pero antes de todo esto, somos Hijos de Dios, agradecidos a nuestro Padre por el llamado que nos hace todos los días diciendo: Tu eres mi Hijo Amado, en quién tengo deleite. Recibir este amor, el amor del Padre por su Hijo en nuestra vida, convierte esta experiencia en un yugo liviano, agradable. Somos agradecidos por esta revelación.
Este amor nos conmueve, nos impulsa a continuar, a transitar caminos difíciles sabiendo que tenemos un Padre que está a nuestro lado, y que Jesús, su Hijo, morando en nuestro corazón por su Espíritu, nos da fuerzas para avanzar.
Muchos nos preguntan de donde venimos, y a medida que continuamos en viaje, se hace muy difícil de responder. Somos peregrinos, nos definimos por el lugar al que vamos, somos extranjeros en esta tierra, conciudadanos del reino de los cielos, aspirando a una patria mejor, la celestial.
Viajamos de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, llevando este mensaje precioso: el reino de los cielos, Cristo, el mayor tesoro, se ha acercado a nosotros, desea morar en nuestro corazón y reflejar en nuestra vida la imagen de su Padre celestial.
Gracias por acompañarnos y apoyar este viaje. Dios despierte a sus siervos para salir a compartir la buena nueva de salvación, la verdad sobre el caracter no violento de nuestro amante Padre.
En Cristo, tus amigos peregrinos,
Leandro y Pamela.